Cuento corto, No es un adiós

 


No es un adiós

Algunos corazones rotos nunca sanaran, simplemente siguen adelante, heridos, cansados y sobre todo incapaces de olvidar.

Miro a mi alrededor y observo los innumerables papeles acumulándose en el fondo de mi escritorio, luego desvío mi atención a la ventana donde yacen abandonados mis libros, parece que fue ayer cuando los compre ansiosa por poder sentarme a leerlos en mi rincón cerca de la luz, pero siguen ahí sobre una triste mesita destartalada esperando junto a una ventana que no he podido admirar en meses. Siento un escalofrió cuando pienso en que ya han pasado dos años sin su presencia, pero para mí esto solo se siente como un suspiro, recordarla es como sentir un cálido beso, pero a la vez una puñalada, saber que estuvo y se ha ido es lo más desgarrador que podría sentir.

No fue mi primera perdida y tampoco demerita la partida de otros seres queridos, pero algo en su despedida me dejo sin ganas de respirar, caigo en cuenta que he estado llorando mientras pienso en ella, cuando siento el cálido gotear en mis manos subo delicadamente un dedo para retirar las lágrimas de mis ojos.

Creí que la vida sería un poco diferente en este momento, pero tampoco puedo argumentar que no esté agradecida, tengo mis razones para saber que estar en mis treinta, respirando, sonriendo e incluso llorando, son motivos más que suficientes para dar gracias, salvo que, si pudiera pedir un deseo uno egoísta sin restricciones o lógica, simplemente pediría volver atrás quizás no pueda pedir que sean cinco años al pasado, pero con solo dos podría recuperar las ganas de sonreír sin querer llorar. Pero al final todo son deseos vacíos, son libros que no leeré y momentos que se desvanecen gradualmente, sigo caminando sin ganas sigo andando sin vida, pero sigo, hasta cuándo o hasta donde, no me corresponde pensarlo, por fin dejé de pensar y comencé a adormecerlo todo con pensamientos ajenos en mi mente.

Subo el volumen de mi reproductor al acercarme a la ventana, afuera esta todo igual, las plantas danzan al son de la briza invernal, las lágrimas dejaron de caer, pero da igual, simplemente tarareo la letra de una canción que poco importa simplemente me ayuda a olvidar pensar.

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